viernes, febrero 25, 2005

Cescut y C'est tout

Luciano Cescut ha terminado la traducción de Duras y enseguida la ha puesto a disposición de los lectores del blog. Con un toque de varita logró lo que lánguidos traductores españoles no consiguieron en las dos versiones disponibles en libro. Al leerla, no puedo dejar de ocultar una sospecha: Cescut se apasionó, mejoró el texto... Casi diría que gracias a él Duras parece estar a la altura de Pizarnik o Silvina Ocampo -acerca de esto siempre dudé; aunque estimé a Duras, estas dos escritoras argentinas me parecieron la expresión radical de naturalezas humanas infiltradas por las faces de la muerte: lo espectral y lo animal, planos escalonados. Aunque en Duras, claro, la naturaleza humana también está intervenida. Dar cuenta de esa interversión, más cuando se trata del amor, ese invaluable obstáculo de la lengua, es su concreta -y para otros imposible- aventura: su íntima radicalidad.

Palacio de la lengua

El subjetivismo de Pablo Palacio, para su época, resultó incomprensible y no encontró el reconocimiento que actualmente tiene en su país. En las décadas del veinte y del treinta estaba en boga la literatura social y este ecuatoriano nacido en Loja, en 1906, opuso una literatura excéntrica en la que atmósferas circulares e irresueltas, personajes adoloridos que penan entorno a experiencias salvadoras y monstruosas, despejan cualquier tentativa de realismo. Palacio estaba enfermó de sífilis, pasó diez años internado en un manicominio y se suicidó en 1946. Acá, un cuento.

miércoles, febrero 23, 2005

Exorcismos

Por inexplicables razones, en mil novescientos noventa y ocho me encontraba en Londres. En Buenos Aires intentábamos sacar con unos amigos una revista literaria -naturalmente el proyecto no prosperó- y con esa magra excusa me dispuse a entrevistar a Cabrera Infante. El momento más feliz de mi estadía fue esa entrevista. Cabrera Infante, por teléfono, aceptó el convite de una voz adolescente aun sin ver la "revista" a la que yo decía pertenecer. Estuve en su casa a lo hora señalada, y contra lo que suponía, Cabrera Infante y su mujer, Myriam -otrara preciosa actriz de cine, como no podía ser otra manera-, me recibieron con una simpatía asombrosa. Supongo que al verme tan imberbe descubrieron el truco. Empezaron a festejar las piruetas que la gata, siempre huraña con las visitas, hacía sobre mis rodillas. En Cabrera Infante no había ningún tipo de impostación o afectación. Seguía siendo el mismo escritor cubano genial e insumiso de Tres tristes tigres. Parecía ajeno a la fama y a los premios. Desconfiaba de cualquier sistema de jerarquías político y literario. Admiraba y conocía muy bien los secretos de la ciudad en la que vivía, pero admitía que si Fidel Castro moría era capaz de volver a Cuba -intimamente yo creía que le sobreviviría a Fidel por obstinación, sólo para recuperar su Habana.

Años después la atrevida visita me produjo tanta vergüenza que nunca me animé -y con justicia- a enviarle un libro mío. Aquella revista nunca salió, y la larga y precaria entrevista que formaba parte del anecdotario de un viajero se transformó en una entrevista más corta y compacta que más tarde fue subida por mis amigos de Flatus Vocis a su página.

martes, febrero 22, 2005

Tríptico

Juan José Becerra publicó tres novelas: Santo, Atlántida y Miles de años. Las tres tienen un argumento contiguo. Podría decirse que son libros fronterizos; donde termina uno comienza el otro. Una tesis personal sobre la memoria -una sospecha post proustiana, si se quiere- atraviesa su proyecto: sus protagonistas son hombres abandonados que al fugarse del pasado dejan de habitar y quedan expuestos a la traición de una memoria estilizada en el puro presente. Esa memoria liga la alienación y el deseo hasta borrar de la vida toda reserva humana. Sin embargo, en la imagen múltiple de la mujer amada y perdida se repliega el origen del recuerdo, y llegar a representarlo, esto es, incluirlo en la experiencia como metáfora, alcanza para conjurar el presente perpetuo de la narración.
Además de novelista, J.J.Becerra se destaca como crítico: acá una columna de sociedad extraída de Inrockuptibles diciembre. Y un comentario sobre Miles de años.

lunes, febrero 21, 2005

El mayor

La tristeza es repentina. Un mazazo. A través del blog de Piro, me entero de que Cabrera Infante ya no está. En los próximos días seguramente habrá improvisados homenajes, reediciones, sus libros invadirán las vidrieras, pero lo cierto que en vida el más cabizbajo y ácido de los escritores del boom era considerado por sus colegas como el mayor y el más original. Un mes atrás creo haber leído que estaba terminando de ordenar los capítulos de su última y más extensa novela. Su obra postuma. La tristeza se atenua si uno piensa que de Cabrera Infante todavía quedan muchas páginas por leer.

Apología del alucinado

Un amigo tiene la curiosa teoría de que en realidad los pedófilos son visionarios: anticipan en la niña las formas de la mujer. No los define como perversos sin retorno, sino como criaturas artisticamente alucinadas que labran el futuro de un cuerpo superponiéndolo a la fina malla del presente. Según él, siguen sus convicciones místicas al presentir en la forma joven a una mujer que todavía no existe.

sábado, febrero 19, 2005

Delirium Tremens II

Visita sanitaria a la abuela, otra vez. Mi madre y sus hermanos están de vacaciones y me han encomendado este ingrato destino para los sábados. Después de un impase, ésta tarde volví a despintar puertas y los efectos del decapante, amalgamados con los de la cerveza, me transforman en un hombre al que la presencia de la civilización, fraguada en cada objeto y escena urbana, derrite irremediablemente.

Entro sigiloso. La anciana, en plena tarde canicular, está liada entre frazadas. Una pierna pálida y esquelética asoma por un costado como la cola de un lagarto. Le hablo, pero tarda en reaccionar. Por fin se da vuelta y simula un espasmo. Lleva en la frente un pañuelo húmedo con lonjas de papas incrustadas como apliques. Si las lonjas fueran plateadas y azul la bolsa de sus ojeras, parecería una extraterrestre. Pregunto qué pasa. Ella está más sorda que otra veces; cada vez que trata de reponer algo, no puede retener la palabra mamita, mamita. No hay susto en la invocación; es una palabra que la acompaña, sella su soledad.

"Hablá más fuerte", me dice. Lo hago pero la pícara sigue sin escuchar y repone, "no, no, veni más cerca, no escucho, hoy hablé mucho". Intenta incorporarse, mamita, mamita. Esa palabra en boca de una abuela recupera un peso abstracto. "Dormí, dormí", insinúo, "yo mientras leo un rato y después me voy". Ella no escucha. Ay, mamita, mamita. Es imposible saber si le duele la cabeza o qué. Me pide un té y se me ocurre que moler en la infusión una dosis de alplax -el sedante de cabecera que ingiere cada noche como caramelos- podría acelerar mi vuelta a casa. En general ella deduce sus padecimientos de un hecho: hace diez años que no duerme, y eso, pese a la estricta dieta, ha ido minando su salud. Naturalmente es una gran patraña; más de una vez mi madre la encontró con las manos en la maza, roncando a cualquier hora. Sucede que en una vejez solitaria el acto de dormir toma un carácter inverosímil. El dormir es un acontecimiento en el que puede desatarse la temida conspiración natural: para las viudas ya nadie custodia el azar. Sobra tiempo en lo cotidiano pero se ha acabado la temporalidad de la vida. Su estadía en la tierra consiste en congelar el azar. O colgarse de él, tipo murciélago.

Voy a la cocina. Pongo la pava al fuego maldiciendo la pérdida de tiempo. Pienso en los cuarenta minutos de colectivo que me esperan. En la heladera, un cartel versa:

TRES ASESINAS BLANCAS:
AZUCAR
HARINA
SAL

Praparo el té y me asomo al cuarto. La abuela dormita. La pierna pálida coletea e intenta volver a su guarida, bajo las cobijas. Pienso que podría dejarle el té en la mesita de luz y darme a la fuga. Por un segundo se me pasa por la cabeza una imagen: yo empuñando un escoba y dándole palazos en la joroba. La ocurrencia, naturalmente, rima y me predispone a prolongar la visita.

Después de tomar el té, ella súbitamente me pregunta qué pasó, si la niña de quince años se casó o se murió. No entiendo de qué habla, y no me sorprendo, es parte de nuestras veladas: o me habla de comida o se transforma en un oráculo. Como insiste en lo mismo y agrega "pero querido, todas tus historias trascurren en un hospital... Hay muchos enfermos, todos se espían, los vecinos, todos, todos colgados de las paredes, qué horror, pobre la muchacha", yo empiezo a intuir. Ha estado intentando leer la novelita que le regalé una semana atrás. Como lee ahí -y en el mundo en general- un argumento de telenovela, se niega a entender el destino de la protagonista, una niña prostituta que termina amasijada por un "señor mayor". Sabía que para mi abuela un regalo de este tipo era un arma de doble filo. Entonces me corresponde padecer el delirium tremens y el ardor de otra tarde inútil.

miércoles, febrero 16, 2005

Mon réalité

Conocí a Sergio Julián Monreal en Puebla. Recuerdo que era abstemio y el grupo de escritores -todos mexicanos- que nos había invitado no podía perdonar la transgresión. Me atrajo enseguida su aspecto de científico loco, el mapa avanzado de su calvicie, sus lecturas de Onetti y Borges. Días después nos cruzamos en el centro de ciudad de México. Sergio intentó conducirme a una fonda lóbrega -no recuerdo si llegamos-. Desde entonces -ya hace más de ocho años- Sergio cumple semanalmente con el ritual de un mail colectivo en el que exhibe sus más diversas y contradictorias cualidades de ensayista, poeta, narrador, analista político, crítico de arte, dramaturgo, crítico de cine, etc... Acá un interesante escrito sobre Dogville. Y algunos relatos.

domingo, febrero 13, 2005

Promesa

Luciano Cescut escribe el 9 de febrero:
"Oh, Oli, claro que quiero enviarte alguna tratucción para tu blog. ¿Qué te parece ese texto estupendo de la Margarita (Aira dixit) Duras, el último que escribió, C'est tout, que es como un brazo descarnado por una dosis excesiva de ácido muriático? Tengo Castrato para devolverte. Me conseguiste la Antología de Spoon?"
Luciano escribe el 12 de febrero
"Oh, Oli, no te imaginás cómo y cuánto están trabajando los músculos de mis oídos en estos días que estoy revisando la traducción de Duras. Pasa que Margarita trabajaba las palabras (y las oraciones también) de tal manera que tienen un sonido tan especial que, parfois, me digo: "Oh, lcncsct, esta empresa es un trabajo hercúleo. No obstante, debés persistir. Nada de cejar, ahora". Y me hago caso. Sigo y persigo los sonidos castellanos que se muestran más parecidos a los franceses durasianos. Apenas termine, te lo envío."
Pronto, si Luciano persiste, tendremos en conejillo un gran texto de Duras. Pero lo más importante es que a mitad de año el esperado e inclasificable primer libro de cuentos de Cescut aparecerá por Beatriz Viterbo.

Pregunta S.XXI

La mayor parte de la humanidad -feminas, hombres y animales amaestrados- pasan la vida tratando de intuir qué quieren las mujeres, ¿pero alguien pensó en qué quieren los hackers?

sábado, febrero 12, 2005

Chatarra cotizada

Las payadas de Ñ no tienen fin. Se nota que les cuesta rellenar cada número. Bajo la estragegia de vaciamiento informativo que carateriza a la empresa de la señora Herrera de Noble -¿o Noble de Herrera?-, Ñ ahora se las trae con el género fantástico y aduce del auge de Liliana Bodoc, Tolkien, Le Guin, un interés masivo por el género y, lo que es más inverosimil todavía, por la literatura. En Ñ suponen una tendencia donde hay azar. Lo cierto es que, con mucha suerte, como las buenas agencias de marketing, fuercen la tendencia al enunciarla.

Delirium tremens

Esta llovizna que no deja Buenos Aires desde hace días me irrita. Por la tarde hablé con mi abuela. Mañana cumple años. Temeroso de que la senilidad hubiese abierto una brecha irreparable entre su fantasía y mi peculio, le pregunté qué querría de regalo. Escuché con alivio la palabra "Magiclick". Un "Magiclick", estupenda opción... Quizás dos "Magiclick", pensé: según las malas lenguas de mi dispersa familia mi abuela se especializa en romper "Magiclicks" y hornos. A las ocho de la noche, me dispuse a salir. Otra vez la llovizna. Nueve de la noche, negocios cerrados. Gente que me mira como a un demente cuando pregunto dónde podría conseguir un "Magiclick". Me resigno y refugio en un ciber... Mañana domingo va a ser más dificil. Pero tengo la solución. Durante el diálogo de hoy, mi abuela me recriminó que nunca le hubiera dicho que escribía libros y lamentó no tener ninguno. Pizpireta, me preguntó sobre qué escribía. Ficciones, contesté. "Ah, pero el tema, el tema, cuál es, ¿la salud?". "Algo así, claro", me animé a responder.
En algún momento mi abuela tuvo mis primeros libros. Seguro se los ha regalado al portero o los ha olvidado en la sala de algún médico. Si no recuerdo mal, hace años fue internada mientras leía mi primera novela. Durante cuatro días perdió la razón y habló sola. Creo que con un ejemplar de ésta compensaré la ausencia del "Magiclick".

Escoba nueva

Martín Brauer apela a una práctica prehistórica y reenvía en mails colectivos sus indefinibles textos. Se resiste a considerar que un blog puede ser el marco ideal para su fantástica (super)producción. Cuando este blog comenzaba saturó de comments larguísimos cada post, por lo cual se le solicitó no abusara de la confianza de quien ahora escribe... Invertebrable innato, candidato a suceder a Macedonio en sus eclécticas tentativas humoristico filosóficas, Brauer empieza cada mes una novela y la abandona. Una recopilación de sus comienzos truncos daría por resultado un volumen personalísimo. La comunidad literaria necesita y exige que Brauer haga pública sus tentativas demenciales y no escriba para una elite de compañeros. Sabemos que es lector avido de blogs, revistas de chismes y televidente de programas en que modelos como Pampita -"ella" es su obsesión literaria- almuerzan con la Chiqui. Considero que la aparición de su blog no puede aplazarse: será un suceso. Además de narrador frustrado -¿qué más se le puede pedir a un escritor joven?- Brauer, que a esta altura parece un personaje ficticio, es un brillante columnista y analista político. Acá, una prueba, Escoba nueva Ibarra bien (uno de sus tantos mails colectivos), y algunos relatos.

viernes, febrero 11, 2005

El que tiene sed

Verborragico, desmesurado, banal, incapaz de puntuar las frases y atado a ebriedd de la coma, el blog de Epigmeo es etílico. En todos sus posts el patetismo de un hombre despechado y aislado que no vacila al momento de enumerar los gajes de su alcoholismo, se exalta generando, en el que lee, un extraño interrogante: ¿Epigmeo existe? ¿Es una especie de Pessoa doméstico clase B? En todo caso el suyo es un testimonio que inquieta y a la vez mueve a la risa. Cómo bien dicen sus versos: Cría cuerdos y te sacarán los ojos.

jueves, febrero 10, 2005

Social Club

En busca de un club social que anime mis futuras veladas en Boedo, husmeo la guía y encuentro que en Buenos Aires sobran clubes insólitos. Algunos:

- Club social y deportivo Miriñaque
- Club social y deportivo Pinocho
- Club social y deportivo Pintita
- Club social y deportivo sin rumbo
- Club de divorciados
- Club social cultural y deportivo bohemios
- Club de peinadores arte y cultura
- Club social deportivo Imperio Junior
- Club social y deportivo el Tábano
- Club social y depotivo Como Mil
- Club social y residencial Flor de lis
- Club social y deportivo Mandrake
- Club social y depotivo Franja de Oro
- Club atlético Piraña
- Club Círculo de Obreros Católicos
- Club de lectores (¿?)

También encontré lo que buscaba, algo menos extravagante: Club social y deportivo estrella de Boedo. ¿Tendrá pileta?

miércoles, febrero 09, 2005

Testamento de un idiota

En efecto, Majul es el tarado que faltaba en el mundo del blog. Un tipo infame para el cual, creo, tener un blog es parte de una estrategia mediática pobrísima en reacción a la cual -oh, paradoja- apareció justamente el concepto de blog . Propongo promover en la legislatura porteña un asilo de enanos y transformar a Majul en el primer internado -sin acceso a computadoras, por favor-. Lanata haría las veces de enfermero y cocinero.
En lo inmediato, sugiero un linchamiento via mail para que Majul cambie su template.

martes, febrero 08, 2005

Diario para lelos

Lo que sigue es un proyecto trunco. En algún momento de mi vida, o mejor dicho, durante toda mi corta vida, me propuse hacer algo con mis diarios de viaje. Un amigo, para una revista, me pidió un texto y emprendí la tarea -perserveré apenas un día- de tornar legible anotaciones extravagantes. Me empantané en una especie exégesis esquizofrénica: supuse que después emergería el espacio y el tiempo del viaje. Me desalenté rápido ante la falsificación que se impone al trabajar con la propia memoria. No tuve en cuenta que transcribir y adornar esas notas -muy ligadas a un estado- borraban el caos perceptivo implícito en cada viaje -sobre todo en la India-, soslayaban el peso que la experiencia inmediata tiene en el tiempo del diario. El resultado, a fin de cuentas, no coincidía con esas franjas vivas de recuerdo que conservaba intactas sólo porque no había querido volverlas ni memoria ni literatura. Aquí, los fragmentos y el proyecto infame de un diario paralelo.

lunes, febrero 07, 2005

Machine Head

No son producto de alguna mediocridad literaria bien estilizada, no son cuentos morales. Estas son las verdaderas maquinarias de la noche que Laiseca anticipó en "La mujer en la muralla".

domingo, febrero 06, 2005

Sebald

Hacía rato no se arriesgaba una lectura crítica sobre un escritor venerado unánimente por los amantes de la cultura. Sobraban comentarios correctos para no ir contra la corriente. Guillermo Piro, en un artículo aparecido en junio del año pasado, hace una lectura imborrable de "Sobre la historia natural de la destrucción"... Y trae a Arno Schmidt, que sí superó la prueba del tiempo y quizás sea -éste sí- el último genio de la lengua alemana.

Otra vez, Sinclair

Indescriptible emoción al abrir el Radar Libros de hoy: la nota principal, con bastante vuelo, le rinde tributo a "White Chappel, trazos rojos" de Iain Sinclair. Me proponía linkearla. Lástima que nadie haya actualizado la versión on line de Radar y quienes con tino se resisten a comprar el "boletín oficial" de Ibarra deban esperar hasta próximo aviso...

sábado, febrero 05, 2005

Cosas de cojos

"Los cojos, a pesar de su cojera, van y vienen por las calles. Hay cojos de una muleta y cojos de dos muletas, pero unos y otros apenas obtienen que el público repare distraídamente en su cojera. Podrían despertar mayor interés si se decidieran a marchar en bandadas exigiendo que se les devuelva la pierna perdida. Pero no, está visto que un cojo evita la compañía de otro cojo; no así los ciegos, que acostumbran acompañarse y meten ruido con sus bastones." (sigue...) Otro cuento de Virgilio Piñera... Esta vez con moraleja: hay que ser cojo y tenaz para que de la ambición atravesada de un zapato emerja una dama acogedora.

viernes, febrero 04, 2005

Pezzoni

Sí. El intelectual, el maestro... Hacía falta recordarlo. Este texto de Link, publicado originalmente en Babel, en el año 1991, podría haber sido escrito el año pasado -o en cinco años- y mantedría actualizada su pasión crítica. La encrucijada intelectual es casi la misma. Evocaciones de este tipo son la excepción.

Pequeño John

Las agencias de noticias discriminan a los muñecos. No consideran el futuro del cine : la animación de Playmovils y Barbies. Encima recién ahora se enteran de que Bush ha mandado muñecos a la guerra ... Muñeco y marine, encuentre las siete diferencias. De cualquier manera, si los secuestran, no los extrañaremos. Total, en EEUU la fábrica de muñecos nunca cierra.

jueves, febrero 03, 2005

siete dobles

Crease o no, el Papa se recuperá. Con más vidas que un gato, y aun achicharrado en su artefacto móvil, vivirá más de cien años. Como no creo en milagros, arriesgo varias hipótesis:
a) Wojtyla fue un buen Papa y Dios existe.
b) Wojtyla fue un Papa malo y le vendió el alma al diablo.
c) Gracias a papiros obsequiados por el Departamento de Estado Norteamericano, el Vaticano en las últimas décadas desarrolló existosos experimentos de alquimia medieval para insuflar vida en la naturaleza muerta -y de paso encontrar y traficar la fórmula para transformar un peso argentino (y cualquier otra moneda subdesarrollada) en un dólar.
d) El Papa hace tiempo expiró -¿en aquel atentado quizás?- y desde entonces hemos visto en escena al menos a siete dobles que el Vaticano, para enviar a países del tercer mundo, había seleccionado cuando el Sumo Pontífice asumió.
De las cuatro, la d) me parece la hipótesis más verosímil. Los poderosos, al igual que los locos, necesitan sosías.